Experimenta: ¿Te imaginarías ir a hacer obra misionera en Japón después de aprender el idioma? Dios podría hacer de ti una gran bendición: 神は助けることができます (Dios puede ayudarte).
Hay tres maneras de escribir en japonés: hiragana, kanji y katakana. Hiragana es la más usada en el país. Por ser una escirtura a base de sílabas, es la primera que se enseña a los pequeños en las escuelas para que aprendan palabras sencillas. Kanji, escritura que se originó en los ideogramas chinos, es un conjunto de 4000 sinogramas aproximadamente; escribirlos con tinta y pincel es todo un arte. La educación de los niños japoneses incluye, lógicamente, clases de caligrafía.
El japonés tiene cinco vocales y dieciséis consonantes. Las palabras van juntas, sin espacios y casi no se usan signos de puntuación. Los verbos, es decir, las palabras que indican una acción, se colocan al final de la oración. Como curiosidad, te diré que en japonés no existe el tiempo futuro, sino que se usa una expresión que significa «el día de mañana», más o menos.
Si te interesa aprender otros idiomas además del tuyo, no pierdas la oportunidad. Hablar una lengua extranjera es un don de Dios y el Espíritu Santo se encarga de ayudarte, aunque se trate del japonés.
¿Por qué le importa a Dios que aprendas otros idiomas? No es solamente para entender la letra de las canciones de otros países (sería muy útil que supieras el significado de lo que cantas y si lo que escuchas tiene sentido), o ser capaz de presentarte ante algún extranjero. Más que nada, a Dios le interesa que uses ese don para que otros conozcan a Jesús y lo que él ha hecho en tu vida.
«Sin duda hay muchos idiomas en el mundo, y todos se valen del sonido. Pero si yo no conozco el significado de los sonidos, seré un extranjero para el que me habla, y él será un extranjero para mí» (1 Corintios 14:10,11)