Una de las partes verdaderamente sorprendentes de esta historia la provee Elena G. de White al final del capítulo 35 de Patriarcas y profetas.
Si fuera posible, lee el capítulo entero.
“Dios había dado evidencias abrumadoras de que dirigía a Israel. Pero Coré y sus compañeros rechazaron la luz hasta quedar tan ciegos que las manifestaciones más señaladas de su poder no bastaban ya para convencerlos. Las atribuían todas a instrumentos humanos o satánicos…
“Por la manifestación de su Espíritu, Dios obra para reprender y convencer al pecador; y si se rechaza finalmente la obra del Espíritu, nada queda ya que Dios pueda hacer por el alma… El transgresor se aisló totalmente de Dios… No hay ya reserva de poder mediante la cual Dios pueda obrar para convencer y convertir al pecador” (pp. 428, 429).
Que Dios te bendiga mientras procuras servirle. ¡Que tengas un sábado estupendo!
Lección de Escuela Sabática Adventista para Jóvenes 2do Trimestre 2015 Lecc. 12 Los “Quiero y no puedo”