«Delante de las canas te levantarás y honrarás el rostro del anciano.
De tu Dios tendrás temor. Yo, Jehová» (Levítico 19: 32)
La residencia de ancianos Maranatha, anteriormente, fue una masía (casa de labor, con finca agrícola y ganadera, típica del noreste de España). Esta fue donada a la iglesia por la familia de la hermana Dolores Mauri, quien vivió allí hasta su muerte, a los noventa años. Acondicionada convenientemente, es hoy un centro geriátrico donde un equipo de profesionales prodiga cariño, cuidados y asistencia facultativa a personas mayores. Es un lugar providencial para ancianos adventistas y también para aquellos que no lo son.
Entre ellos, Purificación Bellido. Se graduó de maestra y matrona y ejerció como tal en instituciones públicas. Convertida a la fe adventista en tiempos de gran intolerancia religiosa, perdió su trabajo y se preparó entonces como instructora bíblica, labor que desempeñó durante cuarenta años. Purita se ocupó de grupos e iglesias, y, sin haber sido ordenada al ministerio, obligada por las circunstancias, ejerció plenamente como “pastora”, mucho antes de que la polémica de la ordenación de mujeres se debatiera en la Iglesia Adventista. Instruyó y llevó a la conversión a familias de raigambre adventista. En la Iglesia de Alcoy (Alicante, España), le tocó bregar con un gobernador civil de la provincia que, a toda costa, quería suspender los servicios religiosos, lo cual no pudo conseguir por la tenaz defensa de su “pastora” que, durante algún tiempo, trasladó la congregación a su casa, con riesgo de ser multada o encarcelada.
Es un verdadero logro llegar a la ancianidad. Las personas mayores merecen el respeto y reconocimiento de la iglesia. Al respecto, dice Elena White: «Dios ha mandado especialmente que se manifieste tierno respeto hacia los ancianos. “Corona de honra es la vejez que se halla en el camino de justicia” (Proverbios 16: 31). Habla de batallas que se libraron y victorias que se ganaron; de responsabilidades que se asumieron y de tentaciones que se resistieron. Habla de pies cansados que se acercan al descanso, de puestos que pronto quedarán vacantes. Ayúdese a los niños a pensar en esto, y entonces allanarán el camino de los ancianos mediante su cortesía y su respeto, y añadirán gracia y belleza a sus jóvenes vidas si prestan atención a este mandato: “Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano” (Levítico 19: 32)» {Consejos para la iglesia, pág. 362).
Si conoces a una persona mayor, hoy es buen día para mostrarle afecto y recordarle que hay un Dios en los cielos.
Tomado de: Lecturas devocionales para Adultos 2015 “Pero hay un Dios en los cielos” Por: Carlos Puyol Buil