«Hiciste la luna para medir el tiempo; el sol sabe cuándo debe ocultarse» (Salmo 104: 19).
Hermán gritó con el rostro enrojecido: «¡Anoten mis palabras! ¡Dios jamás permitirá que el hombre pongan su pie pecador en la luna!». Apenas dos meses después de su predicción, el Eagle hizo contacto con la superficie lunar, y a las 10:56 p.m., hora de Nueva York, el astronauta Neil Armstrong descendió por la escalerilla y puso su pie en el suelo. En el planeta Tierra, yo permanecía sentada en la sala de una granja en las cercanías de Columbus, Wisconsin, Estados Unidos. Mientras miraba la imagen televisiva escuché cuando dijeron: «Un pequeño paso para el hombre, un gigantesco paso para la humanidad». Los Estados Unidos habían llegado a la luna antes del año 1970, tal y como había prometido al Congreso el presidente John F Kennedy.
¿Dónde estaba mi amigo Hermán en esos momentos? Profundamente dormido en su cama. Se negaba a ver en la televisión nada relacionado con lo que él llamaba «una farsa». Para él, el gobierno estaba engañando al pueblo norteamericano para justificar el derroche del dinero de los contribuyentes y convencer a Rusia de que estábamos ganando la carrera espacial. Nadie podía hacer que Hermán cambiara de opinión. Finalmente todos se dieron cuenta de que él estaba convencido de lo que decía, así que se evitaba tocar el tema en su presencia. Hermán descendió a la tumba creyendo que nadie había llegado a la luna porque Dios no permitiría que eso sucediera, y que el gobierno estadounidense había engañado a todo el país.
Más de cuarenta años han transcurrido desde que la desacertada predicción de Hermán fuera echada por tierra. Hoy ese tema ya no es noticia. El caso es que yo ni pienso en la llegada a la luna. Sin embargo, Dios reveló importantes cosas en su Palabra, cosas en las que podemos confiar, como la influencia de la luna sobre las estaciones y las mareas, o que la luna brilla cuando se oculta el sol. Nuestro texto de hoy nos dice que Dios es quien lo controla todo en la tierra, que él revela lo que necesitamos conocer a través de su Palabra, y que el resto queda en sus manos.
Tomado de:
Lecturas devocionales para Menores 2014
“En la cima”
Por: Kay D. Rizzo