«Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien y sus hijos despues de ellos, Y haré con ellos un pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mi.» Jeremías 32:39,40
El mal crece cada día y debemos convivir con él. Nos enteramos de que alguien que conocemos lleva una doble vida. Ese hombre que aparenta ser un buen padre dice palabras soeces frente a sus hijos. Nuestro joven vecino tiene tres hijos con diferentes mujeres. Una amiga que está a punto de casarse se entera que su novio dejó embarazada a otra mujer. Una esposa moderna le pide el divorcio a su marido simplemente porque «dejó de quererlo».
Problemas y pecados de todo tipo nos rodean, están frente a nosotros, nos asechan, tienden a enredarnos y hacernos caer. ¿Cómo nos libraremos de ellos para llegar a ser ese pueblo especial, escogido, que Dios desea que seamos?
En el pasado, Daniel y sus tres compañeros hicieron caso omiso de las creencias que estaban en boga en su tiempo y eligieron vivir según las normas divinas, y Dios aprobó su conducta y los libró de todo mal.
La mujer comprometida con Dios no abandona a su marido, no rompe la relación con su madre, no ignora las necesidades de su prójimo, no insiste en vivir a la margen de las normas de Dios. Más bien escoge ser obediente aunque eso vaya en contra de sí misma, mantiene su compromiso con los que la rodean, reconoce y respeta las obligaciones de la promesa dada y reconoce que su influencia puede ganar almas para el bien o ponerlas en el camino de Satanás.
En nuestra época evitar consecuencias o ignorar principios es algo demasiado frecuente, por eso la mujer actúa según compromisos firmes y se esmera por mantener relaciones saludables, es una mujer según el corazón de Dios, una persona especial en Cristo Jesús.
Querida amiga, parafraseando Proverbios 23:7 podemos decir que «cual es su pensamiento en su corazón, tal es ella». Es mi deseo y oración que Dios nos ayude a sintonizar, a comprometer nuestra mente y nuestro corazón con su Palabra, y luego a vivir en consecuencia. Entonces, grandes bendiciones están reservadas para nosotras.
Luz Patricia Meza Pacachuala de Díaz, Perú
Tomado de: Lecturas devocionales para Damas 2014 “De mujer a mujer” Por: Pilar Calle de Hengen