«¡Quién sabe si has llegado al trono precisamente para un momento como éste!» (Ester 4:14, NVI)
«Comenzar una guerra contra los estados del norte terminará en un derramamiento de sangre en los estados del sur. Sus hijos, padres y esposos, morirán si Texas se separa de la Unión, ¿eso es lo que quieren?». El gobernador Sam Houston derramaba lágrimas ante los vientos de guerra civil que se estaban desatando. Pero luchó sin éxito. El 2 de marzo de 1861, una convención especial se reunió en el capitolio de la ciudad de Austin, para anunciar que Texas se separaba de la Unión para unirse a la Confederación del Sur. Al verse obligado a rendir un voto de lealtad al nuevo gobernador, Sam Houston dijo: «Me niego a rendir este voto, en nombre de mi conciencia y de mi dignidad. Amo demasiado a Texas como para causar una revuelta civil y un derramamiento de sangre[…]. Estoy siendo derrocado por no ceder los principios por los que he luchado». ¡Esta si era presión de grupo! Aún así, el escogió quedarse solo, antes que ir en contra de su conciencia.
En uno de sus libros, John Kennedy, el que fue presidente de los Estados Unidos, escribió: «Mostrar coraje […] no requiere de características excepcionales, de una fórmula mágica, ni de una combinación especial de tiempo o circunstancias. Es una oportunidad que tarde o temprano se nos presentará a todos[…]. En cualquier escenario de la vida nos podemos encontrar con el desafío del coraje, teniendo que hacer sacrificios para seguir nuestra conciencia, como perder amigos, fortuna, bienestar o incluso la estima de nuestros semejantes. Cada hombre debe decidir que rumbo tomará […]. Para eso, cada quién debe mirar dentro de su corazón.»
Te invito hoy a mirar dentro de tu corazón. ¿Qué hay allí, un cobarde o un héroe?.
1. Si un grupo de tus amigos empezara a maltratar a uno de los muchachos de la escuela, ¿levantarías tu voz para decir: «Déjenlo, lo que están haciendo está mal»?
2. ¿Saben tus amigos que bajo ninguna circunstancia harás trampa en tus tareas y exámenes?
Si contestaste que si, estás ejercitando tus músculos para que, cuando tengas que actuar valientemente, puedas lograrlo.
Tomado de: Lecturas devocionales para Menores 2014 “En la cima” Por: Kay D. Rizzo