«Yo haré que ellos sean tantos como el polvo de la tierra» (Génesis 13: 16).
Después del diluvio, la tierra comenzó a llenarse otra vez de gente y de animales. Dios quería que todas las personas conocieran su plan para salvarlos. Dios eligió a Abraham para que lo ayudara. Abraham adoraba a Dios y era una buena persona, por eso Dios le dijo que lo bendeciría. Cuando la gente viera que Abraham era bendecido porque adoraba a Dios, se interesarían en conocer a Dios.
Dios le prometió a Abraham que tendría muchos descendientes: hijos, nietos, bisnietos, tataranietos, etcétera. ¡Qué maravillosa promesa! Abraham no tenía hijos, pero deseaba mucho tenerlos.
¿Te gusta contar? ¿Cuántas cucharas hay aquí? ¿Cuántos lápices?
¿Cuántos calcetines? Cuentas muy bien. ¿Cuántos granos de arena hay aquí? [Vacíe la arena en el papel.] ¡No podemos contarlos! ¡Son demasiados!
Dios le prometió a Abraham que tendría tantos descendientes como los granos de arena que hay en la tierra. ¡Hay muchísima arena! ¡Sería una gran cantidad de descendientes! El plan de Dios era que Abraham y su familia les hablaran a otros de lo mucho que Dios los amaba. Nosotros somos hijos de Abraham porque amamos a Dios y les hablamos a otros de él.
Querido Dios, quiero seguirte como Abraham. Amén.
Materiales: Seis cucharas, cinco lápices, cuatro calcetines, una taza de arena y un papel. Actividad: Contar
Tomado de: Lecturas devocionales para los más pequeños 2014
«¿Qué dice Jesús?»
Rosanne C. Tetz