«Hijitos míos, que nuestro amor no sea solamente de palabra, sino que se demuestre con hechos» (1 Juan 3:18)
Antes de que lo menciones, no he cometido ningún error. El versículo de hoy es el mismo de ayer. Pero es que el mensaje es tan importante, que merece ser repetido. Por cierto, en caso de que aún no te hayas dado cuenta, a mí me encantan las palabras, los dialectos y los idiomas. Para mí, el lenguaje es emocionante y está vivo. Siempre cambia.
Regresa un momento a la reflexión de ayer y lee la tarea que te dejé en el último párrafo.
Manteniendo en mente que expresar amor requiere tanto dar como recibir, escribe las cosas que hiciste ayer para «hablar»el idioma del amor a los que te rodean. Luego pídele a tu familia que participe en esta actividad recordando las maneras en que expresaron amor ayer. Piensa en lo que ocurrió en la casa y en la escuela, o en el caso de tus padres, en el trabajo. Una vez que hayas creado la lista, pídele a cada miembro de tu familia que comparta la suya.
Después de que todos las hayan compartido, pídeles que hagan un círculo y que cada uno le mencione a quien está a su lado una cosa que él o ella hace que considera un ejemplo del idioma del amor en acción. Permite que cada uno tenga la oportunidad de compartir.
¿Qué ocurriría si este pequeño ejercicio se conviritera en una tradición familiar? ¿Te haría pensar más sobre la manera en que tratas a los que viven contigo, y a todos los que te rodean? Tú puedes marcar la diferencia en las vidas de aquellos con quienes entras en contacto «hablando» el idioma del amor.
Tomado de: Lecturas devocionales para Menores 2014 “En la cima” Por: Kay D. Rizzo