«A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece». (Filipenses 4:130
Durante los largos meses de cautiverio, Daniel recordó la promesa de Filipenses 4:13. Sabía que cuando llegara el momento, Dios le daría la fuerzas para escapar y regresar con su familia. Cuánto más pensaba en los patines abandonados, más se le hacía claro su plan. Una vez escuchó a los guerreros planificando una incursión hacia el norte, apenas se descongelara el agua del río. Si quería escapar, debía actuar pronto.
Durante una semana, salió todos los días del campamento, sin que nadie lo viera, e iba guardando comida en una mochila de piel que guardió rio arriba. Una mañana en que sus captores no estaban vigilando, Daniel se ajustó un par de patines y desapareció. Cuando los guerreros se dieron cuenta, ya estaba demasiado lejos del alcance de sus flechas. Furiosos y humillados, se pusieron los patines para tratar de alcanzarlo, solo para tambalearse y caerse ridículamente sobre el hielo.
Una vez libre, Daniel recogió su mochila con comida y atravesó el lago Champlain. Después siguió a través de rios y riachuelos en dirección al sur, hasta llegar a Albany, la actual capital del estado de Nueva York. Finalmente logró llegar hasta donde estaba su familia. Los años posteriores, Daniel se convirtió en granjero y terrateniente de éxito. Con el paso de los años contó la historia de su larga travesía en patines a sus dieciocho hijos, que aprendieron a patinar desde temprana edad. También les enseñó el consejo bíblico que su padre le habría inculcado a él: las palabras que le habían ayudado a decidir lo que debía hacer; ser «astutos como serpientes, aunque también sencillos como palomas» (Mateo 10:16)
Busca un mapa de Norteamérica, y traza el valiente recorrido que hizo Daniel, desde el río San Lorenzo, Canadá, hasta Albany en el noroeste de Estados Unidos; y de allí hasta Concord, en el estado de New Hampshire. ¿Cuántos kilómetros crees que recorrió?
Daniel Abbott tuvo la valentía de esperar la oportunidad y el momento adecuados antes de tratar de escapar. Me imagino que ha de haber sido difícil para él ser valiente y aguardar. Fue la promesa bíblica aprendida años atrás lo que le ayudó a salir victorioso. Dios también tiene las soluciones a tus problemas, solo tienes que esperar pacientemente.
Tomado de: Lecturas devocionales para Menores 2014 “En la cima” Por: Kay D. Rizzo