«Lo que sí sé es que yo era ciego y ahora veo» (Juan 9: 25)
La asistente del oculista puso los lentes sobre la nariz de Manuel, y al instante él notó la diferencia. Mientras se contemplaba en el espejo, pensaba: «Mmmm, creo que necesito un corte de pelo. No me había dado cuenta de que estaba tan greñudo. Con razón mi mamá insiste tanto en eso». Miró hacia donde estaba su mamá y sonrió.
Por primera vez, Manuel veía las pequeñas pecas de su nariz, que a su papá tanto le gustaban. Mientras su mamá pagaba la cuenta, Manuel hojeaba revistas en la sala de espera. Al salir, se detenía a mirarse cada vez que pasaba delante de un espejo. «Así que esto es tener una visión perfecta —pensó—. Me gusta».
Durante el camino a casa, Manuel se quedaba contemplando todo lo que veía.
— ¿Siempre ha habido tres antenas de radio en esa montaña?
—Sí, hijo —respondió la mamá mientras se dirigía hacia la autopista.
Manuel continuó hablando durante todo el camino sobre todo lo que veía. También leía cada señalización. Pero de repente, se calló. Cuando volvió a hablar, dijo:
—Mamá, no sabía que se podía ver cada hoja de los árboles. Antes solo veía una masa verde. Qué bonito, ¿verdad?
Un mundo completamente nuevo se abría ante sus ojos, en el que los colores eran intensos, y los objetos claros y nítidos. Manuel se dio cuenta de todo lo que se había perdido antes de usar lentes. En la escuela ya podía leer lo que la maestra escribía en el pizarrón, y en la clase de piano podía distinguir claramente las notas de las partituras. De vez en cuando se quitaba los lentes para notar la diferencia.
Jesús dijo que hay personas que tienen poca visión espiritual. Aunque tienen ojos, no pueden ver; y aunque tienen oídos, no pueden oír. Creen que pueden ver las verdades espirituales con una nitidez total, cuando en realidad sus ojos espirituales están tan deteriorados como los ojos físicos de Manuel. Y al igual que Manuel, no se dan cuenta de los cambios y de lo que se están perdiendo.
Así como Manuel pudo ver a la perfección con unos lentes, la visión espiritual deteriorada también puede ser corregida si le pedimos a Jesús que nos permita ver el mundo a través de sus ojos de amor y de su sabiduría.
Tomado de: Lecturas devocionales para Menores 2014 “En la cima” Por: Kay D. Rizzo