Él será mi testigo. Y ustedes también serán mis testigos» (Juan 15: 26, 27).
Imaginemos que tienes sueño. Bosteza y estírate. Eres un buen bostezador.
La gente bosteza porque necesita más aire. Bosteza otra vez. ¿Ves abres la boca bien grande? Estás tomando aire.
Ahora estás bostezando a propósito, pero normalmente bostezas pensarlo. Cuando tienes sueño, tu cerebro piensa que si pudieras tener más aire podrías mantenerte despierto. Entonces, tu cerebro hace que bosteces. A veces eso te despierta un poco.
¿Sabías que los bostezos son contagiosos? Cuando te veo bostezar me dan ganas de bostezar también. ¡A veces con solo hablar de bostezar quiero bostezar! ¡Creo que voy a bostezar ahora!
Dios envió al Espíritu Santo para que el nos haga desear aprender de Dios y de su amor. ¿Cómo lo hace?
El Espíritu Santo lo hace ayudándonos a ver las cosas de Dios y a movernos con ellas. Y como el bostezo, es contagioso. Cuando el Espíritu Santo nos muestra algo del amor de Dios, queremos saber más. El Espíritu Santo nos ayuda a aprender de Dios.
Querido Dios, deseo que el Espíritu Santo me ayude a aprender de ti. Amén.
Actividad: Jugar a bostezar.
Tomado de: Lecturas devocionales para los más pequeños 2014 «¿Qué dice Jesús?» Rosanne C. Tetz