“Y amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amaras a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos. (Marcos 12:30-31). A lo largo de su ministerio el Señor Jesús se preocupó por que el ser humano entendiese su gran amor por los pecadores. Por personas como tú y yo.
Tal vez lo que el Señor quiso decir, es que si no somos capaces de amarlo a él, no habrá nada de lo que seamos capaces de amar en este mundo. Tú no puedes dar lo que no tienes, ningún ser humano es capaz de fabricar amor por otro, sino solo Jesús. Por eso necesitamos de Jesús todos los día, para amar a nuestros seres queridos y a las personas que nos rodean. Sin embargo, la pasión es la combinación de energía y convicción. La convicción en Jesús. La verdadera pasión por Jesús se desarrolla desde un amor por Dios y un compromiso con su iglesia.
Primero, “El salvar almas constituyó el gozo de Cristo. Que esta sea vuestra obra y vuestro gozo” (Servicio cristiano: 139). Segundo, “El salvar personas debe ser la obra de la vida de todos los que profesan a Cristo” (Ibíd: 14). Y por último, “La responsabilidad de salir a cumplir con la comisión evangélica no recae únicamente sobre el ministro ordenado. Todo el que ha recibido a Cristo está llamado a trabajar por la salvación de sus prójimos” (La fe por la cual vivo: 95).
Las prácticas de iglesia como la oración, el agradecimiento, la música, el ayuno, el compañerismo y otros ministerios son importantes para la experiencia cristiana, pero el llevar la salvación al pecador es nuestra mayor responsabilidad. Como cristianos este debería de ser nuestro mayor gozo, felicidad y realización en nuestras vidas.
Piensa un poco. En el cielo ya no evangelizaremos más. No habrá que dar estudios Bíblicos. Porque estaremos a los pies del gran maestro del evangelio. Pero, mientras estamos aquí en la tierra, evangelizar debe ser parte de nuestra experiencia de vida. La tarea de predicar a otros el evangelio con la manera de vivir, es el sentido de vida de todo cristiano; tanto la tuya como la mía. Pero sabes, la gran comisión tiene fecha de vencimiento, se extiende desde el momento en que Jesús dio la orden hasta “el fin del mundo” (Mateo 28:20).
Y tú y yo no sabemos cuándo será el fin de este mundo. Por lo tanto, cada minuto es trascendental y precioso. Aún los demonios saben que el tiempo es corto, y vivir en Cristo es estar preparado todos los días esperando el regreso del Señor Jesús.
Sin embargo, la experiencia cristiana y el crecimiento espiritual requieren testigos. Si no participamos en nuestra comunidad y compartimos nuestra fe, nuestro cristianismo no significa nada.
La Biblia describe el sueño de Dios. El sueño de Dios es preparar hombres y mujeres espirituales y no simplemente miembros de iglesia. Que pertenezcan a su iglesia “vestida de blanco sin mancha ni arruga”.
Puede haber un sin número de coronas y tipos de coronas por ganar o recompensas por cobrar ,
que no tengan que ver nada con coronas. Pero si las recibimos, todas ellas son dadas por gracia del Señor Jesús, y son ganadas cada día mediante los esfuerzos sinceros del cristiano. Tal vez por eso Jesús dijo: “de gracia recibisteis, dad de gracia”. Recibimos recompensas no solo para nuestro reconocimiento humano, sino para testificar que el evangelio de Cristo funciona con el ser humano.
Entones, podemos decir, como San Pablo: “El tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me esta guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:6-8).
Hoy es el último día. Este programa va a terminar. Pero, no importa quién eres o lo que has hecho, Dios ya te alcanzó. Entonces, quiero que sepas que los desafíos cristianos no terminan aquí. Ahora, Dios te da una nueva hoja en blanco para que puedas escribir una nueva historia de tu vida con él, y te conviertas en un ser espiritual. En el hombre y la mujer que Dios quiso que fueras. Porque, Jesús es la fuerza para vencer. Y en las manos de Jesús puedes ser una persona maravillosa. Dios te bendiga.
El desafío de hoy:
1. Testificar de Jesús.
“Recuérdate, esto es necesario practicarlo todos los días hasta que Jesús vuelva”