Nehemías en su libro escribió lo siguiente: “Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura” (Nehemías 8:8). Existe gente sincera que realiza esfuerzos para predicar la realidad de Jesús con su manera de vivir. Tal vez, son mensajes simples pero al final de cuentas efectivos que impresionan la mente y el corazón para lo eterno.
Un día descubrí que mi vivir se vuelve significativo cuando vivo de la manera que Dios quiso en su Palabra y, no de la manera que yo pretendo con mis fuerzas humanas. Tal vez, por eso el Señor Jesús un día hablando acerca de los afanes de este mundo dijo, que “cada día tiene su propio afán”. Lo que el Señor Jesús estaba queriendo decir, es que debemos de vivir cada día como si fuera el último que tenemos en este mundo. Haciendo las cosas por amor; y no por compromiso u obligación. ¿Cómo? Con el pensamiento y la mente de Cristo. Realizando nuestras actividades diarias disfrutando de su compañía permanente todos los días.
Tal vez estoy escribiendo para alguien que ha sufrido una pérdida de un ser querido, pero te digo una cosa: “no hay porque llorar” si tu ser querido murió confiando en Jesús. Porque la promesa Bíblica es que un día el Señor Jesús volverá y “los muertos en Cristo resucitaran”. ¿Me doy a entender? Sí, podrás volver a ver a la gente que perdiste en este mundo. Pero, la promesa es, “los muertos en Cristo”. El cristiano no anda por la vida caminando como si su mundo se fuese a venir abajo por las tragedias que experimenta. No hay porque temer. Porque Jesús es nuestro pronto auxilio en la tragedia y el dolor. Los discípulos de Jesús un día aprendieron a confiar tanto en él que la muerte ya no era tema de preocupación, aflicción ni conversación. Porque Jesús les enseño que con él la muerte es un sueño, es un descanso donde pueden despertar nuevamente.
En lo personal, esta realidad me obliga a enfocarme en hacer que cada acción de mi diario vivir sea significativa con Jesús. Porque, ¿A quién no le gustaría volver a ver a un familiar, un amigo, un hijo, al esposa o al esposo… que murió en este mundo? Lo maravilloso es que para que eso suceda el poder de tus elecciones se vuelven trascendentales. Y entregarse a Jesús es elegir correctamente.
Mientras tú y yo vivimos en este mundo, como cristianos somos llamados a ser el instrumento de Dios para tocar las vidas de las personas que están viviendo tiempos de dificultades y necesitan que los animen y afirmen de una manera muy significativa. “Muchas veces las mentes son impresionadas diez veces más mediante los llamamientos personales que por cualquier otra clase de trabajo” (EL EVANGELISMO: 339). Es decir, el cristiano pierde poder y sentido cuando se niega a este momento especial de la experiencia con Jesús.
Las vidas de muchos dependen de este momento. Hay gente que está dudando, que está casi persuadida para ser completamente de Dios. No postergues. La decisión se hace para el tiempo y por la eternidad. Y, sin temor a equivocarme, es determinante para el gozo, la realización y felicidad personal.
Sabes, cuando presentamos a Jesús con nuestra manera de vivir, estamos parados sobre suelo sagrado, suelo santo. Y cada acto, palabra o expresión se vuelve un llamado de Dios para otros. Aun cuando tú no puedes darte completamente cuenta de la trascendencia, del efecto que causa para otros tu manera de vivir.
Existe gente maravillosa, pero, frecuentemente, se olvidan de la importancia de la realidad de Cristo para ser feliz completamente en este mundo. Pero, sabes, el cristianismo sin Cristo es un cristianismo vacío, lleno de conceptos y teorías. Incapaz de ser feliz completamente. Entonces, permíteme decirte una cosa: ninguna práctica religiosa ni doctrina, normas o mandamientos tiene el derecho de ocupar el lugar que solo Jesús merece todos los días en tu corazón. Por lo tanto, pasar tiempo con él, reflexionando y meditando, es todo para elegir correctamente.
El desafío de hoy:
1. Arregla tu vida con Dios. Pide perdón por los pecados cometidos y vuelve a comenzar a escribir tu historia con la nueva oportunidad que Dios te da hoy. Recuerda la promesa del Señor Jesús: “al que a mí viene, no le echo fuera” (S. Juan 6:37).
2. Comparte a Jesús con un amigo. ¿Cuál fue tu experiencia?
3. Haz un llamado de Dios a alguien con quién te encuentres o platiques en el transcurso del día, llévalo a una decisión por Cristo. Antes de hacer esto, ora y estudia tu Biblia para encontrar las fuerzas que necesitas para lograrlo… ¿Cómo sentiste al hacer esto?
“Recuérdate, esto es necesario practicarlo todos los días hasta que Jesús vuelva”