Lee Salmo 11:4 al 7 y Habacuc 2:20. ¿Qué otra cosa hace Dios en su Templo celestial, y por qué es importante que sepamos esto?
Muchos Salmos revelan que Dios no es indiferente a las necesidades de los justos, o a las injusticias que a menudo afrontan. Él reaccionará ante los problemas que claman por solución, y los resolverá “absolviendo al inocente, y condenando al culpable”, como lo haría cualquier buen juez (Deut. 25:1, NVI).
Cuando Dios juzga, la sala del Trono llega a ser un tribunal; y el Trono celestial, el asiento del Juez. El que está en el Trono es el que juzga (ver Sal. 9:4-8), un concepto conocido en el antiguo Cercano Oriente, donde los reyes a menudo actuaban también como jueces.
El juicio divino involucra tanto a los malvados como a los justos. Mientras que los culpables reciben un castigo similar al que recibieron Sodoma y Gomorra, los rectos “mirarán su rostro” (Sal. 11:6, 7). La combinación clásica de la sala del Trono y del Juicio aparece en Daniel 7:9 al 14 (un pasaje importante, que estudiaremos más tarde). Allí también, el Juicio consta de dos momentos: un veredicto de vindicación para los santos, y una sentencia de condenación para los enemigos de Dios.
En el libro de Habacuc, después de que Habacuc le pregunta a Dios por qué guarda silencio acerca de la injusticia (Hab. 1), Dios responde que él ciertamente juzgará (Hab. 2:1-5). Mientras que los ídolos no tienen “aliento”, o “espíritu” (Hab. 2:19), el Dios creador está en su Trono en su Templo, el Santuario celestial, y está listo para juzgar.
La apelación profética es: “Guarde toda la tierra silencio en su presencia” (Hab. 2:20, NVI). La actitud apropiada hacia el gobierno y el juicio de Dios es un silencio reverente y una conducta sosegada.
El lugar en el que Dios revela su presencia y donde los seres celestiales lo adoran es el mismo lugar donde está realizando juicios justos para todos los seres humanos: el Santuario celestial. Dios es justo, y todas nuestras preguntas acerca de la justicia serán respondidas en el tiempo de Dios, no en el nuestro.
Por mucho que clamemos por justicia, a menudo no vemos justicia en la actualidad. ¿Por qué, entonces, tenemos que confiar en la justicia de Dios? Sin aquella promesa, ¿qué esperanza tenemos?
Lección de Escuela Sabática Adventista 4to trimestre 2013 “El Santuario” Lecc. 1 El Santuario celestial